jueves, octubre 15, 2009

Entre ti


Entre Ti

Entre ti,
tu cuerpo

encajas el mío.

Cada poro se dilata,
me abren tus caricias.

Me recoges, me cubres,
me llevas por tu río.

Tus piernas se entrelazan
jugando con las mías.

De dulce miel desbordas,
las ganas con tu regadío.

viernes, octubre 09, 2009

Entre el Cielo y la Tierra

Escena de la película "Tomates Verdes Fritos"


Entre el Cielo y la Tierra

No hemos pisado
los charcos juntas,
ni hemos resbalado
por el barro mojado.

No se han escuchado
nuestras risas unidas,
ni hemos oído a la vez
nuestras alegrías.

Sin embargo,
eres mi hermana.
Hermana por amor,
no hermana de sangre.

No hemos recorrido
las mismas calles,
ni hemos cruzado
por las mismas aceras.

No hemos comido
en la misma mesa,
ni hemos descansado
en ese mismo banco.

Sin embargo,
eres mi hermana.
Hermana por amor,
no hermana de sangre.

No hemos visto
las mismas farolas,
ni hemos contemplado
la luna sentadas juntas.

No hemos unido
con fuerza las manos,
ni hemos podido
enlazarnos en un abrazo.

Sin embargo,
eres mi hermana.
Hermana por amor,
no hermana de sangre.

A mi hermana la quiero,
porque la he elegido,
porque ella me eligió,
sin ninguna condición.

¡A mi hermana la quiero,
feliz, sonriendo!.
La quiero a carcajadas
y juntas, al lado, reír.

Para mi Hermana y Amiga, ¡te quiero!

miércoles, octubre 07, 2009

Amigo, querido amigo


Porque me importan tus fuerzas o tus flaquezas,

desataré con dientes y rabia las ataduras

de piernas y brazos, hasta conseguir darte las mías.

Porque me enseñas o me rehaces sin quererlo,

sé que aunque las matemáticas fallan

y no siempre la línea recta me lleva a ti,

recorreré de igual manera la distancia hasta

que me sientas y tengas el abrazo querido.

Porque sabes que te quiero arriba,

volveré a ser la alocada joven sin cordura,

que sin arnés y sólo con sus manos y sus ganas,

subía La Pedriza y aunque en su desmedida

temeridad tirara al resto de la pandilla,

reiré de nuevo, para que escuches y te contagies

de mi risa y sepas que de nuevo volveré a escalar

una y otra vez hasta acompañarte

y juntos y callados, admirar el mundo.

Porque tu cosecha ha de ser tu alimento,

cosecho, y daré mis frutos como comida,

para así dejar intacta tu obra y recoger,

con el valor que tiene lo que se entrega,

las migas que dejas como el mejor regalo.

Porque mi luz puede no ser suficiente,

perdí mis miedos del amanecido y así,

noche a noche hago vigilia,

en la espera de que el sol renazca y traiga el día.

Dejé en el olvido la abandonada pamela,

los temores al calor del astro que contemplo,

sabiendo que su calor también será

el calor que te haga seguir el camino,

amigo, querido amigo.

lunes, octubre 05, 2009

Matar a un Ruiseñor





Matar a un Ruiseñor






"Papá, piernas largas"
nos gustaba.
Más te fascinaba,
"Matar a un Ruiseñor":

"No juzguéis nunca a una persona hasta que no hayáis caminado en sus zapatos"



Anoche la vi de nuevo, papá.
Entiendo cada vez más
el porqué de tu querencia
por la película, por su ser.

Me gustaban los domingos
cuando vigilaba tu puerta
y, una vez te despertabas,
me lanzaba a tu cama.

Me gustaban tus cuentos,
seguía tus canciones.
Oía los latidos de tu corazón
junto con los del mío.

Disfrutaba de tu voz serena,
de tus palabras y pausas.
De tu esencia que embriagaba
mi nariz de niña inquieta.

Me hundía en tu pecho y
usaba el hueco que hallaba
para hacerlo parte mía
y formar yo parte tuya.

Me alzabas por el aire,
te enredabas con mis bucles.
Proponías nuevos juegos
y, tan fácil, cedías a los míos.

Me hacías enfadar y, así,
sacabas lo bueno y lo malo
de mi genio y, para el final,
las sonrisas y la conciliación.





... Aunque ya no estés en cuerpo y espíritu, y los científicos afirmen que no sólo son recuerdos, sino el recurso primitivo que nuestra mente emplea como la no aceptación de la muerte y el creer que está junto a nosotros un ser amado ya fallecido, te siento papá, te siento y te hablo (aunque acepte que puede ser una alucinación tu presencia en los sueños y en mi vida interior) y te quiero, papá, te quiero y siempre te querré, ¡por tantas cosas!... por regalarme esos domingos, por enseñarme sin adornos ni mandamiento alguno a comprender el porqué de "Matar a un Ruiseñor".

Sólo hay pasión de a dos



Sólo hay pasión de a dos


¡Hace tanto tiempo ya y sigue viva aquella conspiración!


Fue en una disco que habían abierto

en lo alto de la amurallada

y bellísima Peñíscola épica,

en unas vacaciones que rematábamos

luego de un precioso viaje

recorriendo el paisaje de la gran Grecia.

Estaba con mi amiga,

livianas en la pista, desenfrenadas,

con ganas las dos de disfrutar

de la música y del dejarse llevar.


Como era habitual no parábamos

mientras la música siguiera.

Sólo cuando el ritmo no gustaba

nos permitíamos la licencia

de tomar algo de bebida,

de respirar, y así aliviar aquel calor,

de las noches de agosto levantinas,

celosamente pegado a

nuestros cuerpos sudorosos

y agitados entre tantas volteretas.


Y estaba ya largo rato con un jovial

y entusiasta bailador,

disfrutando de un clásico rock,

cuando se acercó, lo apartó y,

guiándome exaltado hasta acabar

aquella pieza, se me acercó

cuchichiándome con dulce voz

que cambiáramos de rincón

buscando un lugar amplio,

diciendo que mi bullir le alegraba.


Tan intenso mirar y la suave voz

perturbadora eran armas

ante las que yo ni quería luchar

ni sentía necesidad, y por ello

su juego consentí y en un apartado retiro

continuó la exhibición

de bailes de salón, de amables gentilezas,

de llenarnos los oídos

con la seducción, de ir dejando

el movimiento hasta prenderse.


En abrazo armonioso ya la música

no se escucha, que callada

quedó ante susurros, risas y

cosquilleos y un ir rozándose

poco a poco, oliendo su perfume,

embriagada por su embeleso.

Y así acabaron las bocas por encontrarse,

los labios primero

y después los besos, abiertas,

recreadas e impregnadas.


Más una vez su lengua y la mía

estaban en la máxima simetría,

la razón me sacudió

y con un intuitivo empujón le aparté.

Mirando atónito con sus ojos,

los míos de repente declararon

que eran en verdad los de un extraño,

que a borbotones absorbía

mi sentido, y mi atención

estaba forzando ante su descaro.


Y pudo más el raciocinio

que el fuego que con su brío quemaba.

Y dejé por un momento que el corazón

no siguiera los latidos

que su ritmo me marcaba,

y así lo frené en una mala jugada,

pese a sus acosos y demandas

de continuar con ese dulce manjar,

que ya le rebatía, y tuve que poner

distancia con mis rechazos.


Salí por él perseguida por entre la gente,

buscando a mi amiga.

Y hasta en la salida, no cejaba en su empeño

de explicarle de mi genio.

A la luz de la luna, se realzaba

su atractivo y era aún más sugerente,

pero su gesto altanero,

de don Juan conquistador y dominante,

defraudaba tanta belleza altiva

con una lengua ahora viperina.


Bajando las callejuelas del casco antiguo,

de vuelta y pensativa,

decía la todavía ardiente pasión cautiva

que girara y por él regresara.

Sin embargo pudo más de nuevo la razón

y las palabras amigas,

pues aquellos juegos de dulce arrebato

tornaron en quemazón.

La noche mis labios velaron

y el corazón violentado se acostó.


Y aquella noche aprendí

que la pasión no se fuerza,

no se obliga y sí se quiebra

si no se saborea de a dos.

jueves, octubre 01, 2009

La Primera...


La Primera...



Sobre la mesa fría, anima,

y su coloración ilusiona,

cóctel de un ser pujante,

pura, libre... y probable.



Las miradas se cruzan,

sus ojos, ávidos, le pueden,

le desnudan, nos descubren

y resentimos a la entereza.



Abordada la fresa golosa

con un mordaz empeño,

me prendo al ver su boca

feriar del blanco al rosa.